La reina del anden 9¾

El Renacimiento permitió conocer obras literarias como las memorias sobre guerras civiles escritas por los políticos e historiadores romanos Tácito y Dion Casio, en cuyas crónicas militares relataron sucesos tales como la odisea de honor y venganza que protagonizó la reina de los icenos, la guerrera celta Baudica, contra un imperio romano que, finalmente, acabó imponiéndose.

En el año 43, con las islas británicas ya conquistadas, el emperador romano Claudio encontró algunos pueblos celtas con los cuales establecer alianzas. Uno de estos pueblos fueron los icenos; dicha alianza les supuso cierta prosperidad, pero, conforme avanzaba la ocupación romana, surgió la necesidad de recuperar su independencia. Prasutago, el rey iseno, esposo de Baudica, fue uno de los que apostó por vivir al margen del imperio.

Las leyes celtas no establecían que las mujeres no tuvieran derecho al trono, es por ello que, tras décadas de sublevaciones isenas y, a la muerte de Prasutago, le sucedió su esposa, Baudica —tenían dos hijas pero eran aún muy jóvenes para gobernar—, quien rigió el destino iseno. La soberana isena, culta, letrada y educada para ser reina, era más que una reina consorte, fue, además, asesorada por los druidas celtas, una de las principales sacerdotisas del reino.

Luego de la muerte de Prasutago, los romanos no respetaron ningún pacto político y se apoderaron del reino y sus acreedores, quienes en su momento habían prestado mucho dinero al gobernante celta a cambio de su lealtad, tomaron por esclavos al pueblo iseno; así mismo, no contentos con su nueva servidumbre, saquearon las aldeas, quemaron los campos y masacraron a los campesinos. La familia del rey también fue esclavizada; la reina Baudica fue apresada y flagelada, y sus hijas violadas.

Décadas después, entre los años 60 y 61, mientras Cayo Suetonio, vigente gobernador romano de Britania, y su tropa sofocaban una de las rebeliones, los rebeldes icenos, junto a los trinovantes, insurrectos de otra tribu celta, rescataron y proclamaron a Baudica como su soberana e iniciaron una nueva revuelta contra la ocupación romana.

Según los historiadores romanos, Tácito y Dión Casio, «Boudica era una mujer de aspecto formidable: alta, imponente y poseía una voz poderosa, una marea de brillantes cabellos bermejos le llegaban hasta las caderas; llevaba un collar de oro cubierto de diversos adornos, la embozaba una túnica multicolor y, sobre la misma, una gruesa capa; blandía una larga lanza para atemorizar a cualquiera que osase dirigirle la mirada»

La horda de 230 mil britanios, encabezada por la reina viuda, avanzaba destruyendo, hasta los cimientos, todo emplazamiento romano; quemaron, demolieron, dejando cada edificio al ras del suelo. Baudica no estaba dispuesta a tomar prisioneros. Cayo Suetonio, al enterarse de la devastación, ordenó dirigirse a Londinium, ciudad de reciente fundación —la actual Londres— y el próximo objetivo de Baudica, pero, al llegar junto a su legión de 11 mil soldados, le fue imposible defenderla; los équites, aparentemente, abandonaban la ciudad a su suerte. Los rebeldes celtas aniquilaron a 70 mil o, quizá, 80 mil romanos.

No obstante, en Watling Street, una vía situada entre Britania y Gales, ya los esperaba Suetonio y una mejor organizada hueste de pilum y gladius; el ejército de Baudica era numeroso pero no uniforme en cuanto a su armamento y a la edad de sus guerreros: desde niños de 10 años hasta ancianos —algo común en la cultura celta—. La legendaria disciplina romana acabó con cerca de 80 mil rebeldes. A esto se sumó la avalancha producida por el pánico; casi 40 mil celtas más murieron aplastados. Al ver esto, según Tácito, Baudica se suicidó, «mejor morir buscando la libertad que vivir sin ella»; este hecho marcaría el fin de la rebelión. Sus restos fueron escondidos por los sobrevivientes y enterrada en secreto.
Desde entonces, casi 2 mil años después, el misterio
fascina a los ingleses, quienes ven a Baudica como un símbolo patrio. Siempre
hubo rumores de que la reina guerrera había sido enterrada en el lugar donde
hoy en día se encuentra la celebre estación de trenes King´s Cross, en el
distrito del mismo nombre, en el centro de Londres. El área había sido ocupado
originalmente por una villa conocida como Battle Bridge, llamada así porque fue
ahí donde sucedió aquel asedio romano, la celebre y sangrienta Batalla de
Watling Street.
La leyenda cuenta que los restos de la guerrera britona, que estuvo cerca de liberar al pueblo iseno del yugo romano, están enterrados debajo de los andenes 9 o 10 de la terminal londinense. Fue esta tradición lo que llevó a la escritora J. K. Rowling idear el lugar donde Harry Potter tomaría el tren al colegio de magia de Howards: la plataforma 9¾, en la estación de King´s Cross; un sutil guiño histórico a una historia escrita con sangre, la esencia del espíritu mismo del pueblo inglés.

(Fuentes: «Anales», Tácito; «Historia Romana», Dion Casio; «Boadicea: Warrior Queen of the Britons», Lewis Spence; «Boudica, Queen of the Iceni», Richard Hingley)

Jose Antonio

Corrector editorial, dedicado al cuidado de edición de obras literarias, de ficción y no ficción, con más de diez años de experiencia. Peruano, Limeño, desde 1976. Mis clientes, autores, escritores y novelistas hispanohablantes, reciben en distintas partes el mundo, y han confiado en mi trabajo para el cuidado de sus obras. He compartido algunos de sus testimonios en mi sitio web.

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